En un contexto donde la economía circular se consolida como estrategia de sostenibilidad, ya no basta con optimizar procesos empresariales aislados. Es necesario ampliar el enfoque y considerar toda la cadena de valor: desde la extracción de materias primas hasta el uso y disposición final de los materiales. La perspectiva de ciclo de vida permite justamente eso: analizar el impacto en cada etapa y detectar oportunidades concretas de mejora ambiental y eficiencia.
Según estándares internacionales, el Análisis de Ciclo de Vida es una metodología rigurosa, objetiva y sistemática que cuantifica los impactos ambientales de productos, servicios o procesos a lo largo de toda su vida.
¿Qué es el Análisis de ciclo de vida?
El Análisis de Ciclo de Vida (ACV o LCA – Life Cycle Assessment) es una herramienta de evaluación ambiental que permite analizar de forma objetiva, sistemática y científica el potencial impacto ambiental originado por un proceso, producto y/o servicio a lo largo de toda su vida; es decir, se trata de una metodología de evaluación estandarizada que ofrece una visión integral de todos los impactos ambientales asociados a un sistema: consumo de recursos, emisiones y generación de residuos en cada etapa del ciclo de vida.
Su enfoque metodológico incluye:
- Objetivos y alcance: definen el propósito del análisis, la unidad funcional, los límites del sistema, decisiones metodológicas y audiencia.
- Inventario del ciclo de vida (ICV): recopila entradas (energía, materiales, agua) y salidas (emisiones, residuos, subproductos).
- Evaluación de impactos (EICV): traduce los flujos del ICV en efectos ambientales según categorías como cambio climático, acidificación, eutrofización, toxicidad, etc.
- Interpretación: examina resultados para identificar puntos críticos (hotspots), evaluar la incertidumbre y recomendar mejoras.
¿Cómo se aplica?
Normas ISO 14040 y 14044: base para el Análisis de Ciclo de Vida
El ACV sigue una serie de normas y directrices internacionales que aseguran la estandarización de la metodología y realizar un análisis consistente y transparente, garantizando la calidad y la comparabilidad de los resultados:
- ISO 14040: define el marco general y los principios básicos (definición de objetivos, alcance, recopilación de datos…).
- ISO 14044: complementa la anterior e incluye los requisitos y directrices detalladas.

Tipos de ACV
Dependiendo de los objetivos y contexto del estudio, es posible adaptar el nivel de profundidad del análisis. Diferenciando entre:
- ACV conceptual: estudio cualitativo que pretende identificar los potenciales impactos más significativos.
- ACV simplificado: estudio cuantitativo limitado a las etapas más significativas acompañado de un análisis de fiabilidad de los resultados.
- ACV completo.
La elección entre uno u otro dependerá de las decisiones que se busquen respaldar, permitiendo adaptar el ACV a distintas escalas y contextos dentro de la estrategia ambiental de la empresa.

Tipos de alcance del ACV
Otra decisión clave al realizar un ACV es definir el tipo de alcance, es decir, qué etapas del ciclo de vida se incluyen en el análisis. Esto afecta directamente a la representatividad de los resultados y su utilidad para la toma de decisiones.
Los tipos de alcance más habituales son:
- De cuna a puerta (cradle-to-gate): incluye desde la extracción de materias primas hasta la salida del producto de fábrica. Muy utilizado para comparar productos en fase de producción.
- De cuna a tumba (cradle-to-grave): cubre todo el ciclo de vida, incluyendo distribución, uso y fin de vida. Es el enfoque más completo.
- De cuna a cuna (cradle-to-cradle): similar al anterior, pero integrando el reciclaje o la reutilización del producto, bajo un enfoque de economía circular.
- De puerta a puerta (gate-to-gate): limitado a la etapa productiva, útil para estudios internos o comparaciones operativas.
Herramientas y bases de datos para realizar un ACV
Para desarrollar un Análisis de Ciclo de Vida riguroso y trazable, es fundamental utilizar herramientas especializadas que permitan modelar los flujos de entrada y salida en cada etapa del sistema.
Entre los softwares más utilizados a nivel internacional destacan:
- SimaPro: ampliamente adoptado en entornos académicos e industriales; permite realizar ACV complejos y multicriterio.
- OpenLCA: herramienta gratuita y de código abierto, con múltiples módulos y compatible con bases de datos como ecoinvent.
- GaBi: muy extendido en entornos empresariales, con una interfaz optimizada para la integración de datos de procesos reales.
- Umberto LCA+: especializado en modelado visual de procesos y trazabilidad energética y de materiales.
Estas herramientas se alimentan de bases de datos reconocidas como:
- Ecoinvent: una de las más completas y utilizadas a nivel global.
- Agri-footprint: para sistemas agroalimentarios.
- ELCD: base de datos europea de referencia.
- US LCI: para procesos norteamericanos.
La elección de software y base de datos dependerá del sector, los datos disponibles y el nivel de precisión requerido.
Relación con otras métricas y marcos de referencia
El Análisis de Ciclo de Vida (ACV) sirve como base metodológica común para numerosas métricas ambientales. Su enfoque estructurado permite alinear indicadores, evitar duplicidades y construir un sistema de medición más coherente y robusto.
Entre las métricas que se apoyan en el ACV destacan:
- Huella de carbono de producto, según ISO 14067.
- Huella de agua, conforme a ISO 14046.
- Huella ambiental de producto (PEF), promovida por la Comisión Europea.
- Declaraciones Ambientales de Producto (EPD / DAP), clave en edificación sostenible, compras públicas y el futuro Pasaporte Digital de Producto.
Esta visión integrada resulta especialmente útil en el marco de normativas como la CSRD o la Taxonomía de la UE, que exigen a las empresas justificar sus impactos y decisiones con criterios técnicos, trazables y verificables. Asimismo, el ACV es compatible con diversos sistemas de etiquetado ambiental, como el EU Ecolabel, permitiendo construir una estrategia ambiental sólida y alineada con el mercado.
Contar con los resultados de un ACV permite a las empresas entender con evidencias dónde están sus impactos más relevantes, qué medidas pueden tener mayor efecto y cómo responder con argumentos sólidos ante clientes, reguladores o auditorías.
En Baisma ayudamos a calcular, entender y traducir los datos en decisiones concretas: desde empresas grandes que deben cumplir con exigencias como la CSRD o la taxonomía europea, hasta pymes que buscan dar los primeros pasos para orientar su estrategia ambiental. Te ayudamos a aterrizar la sostenibilidad con criterio, sin más complicaciones de las necesarias.
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