Las empresas que gestionan su relación con la naturaleza no lo hacen solo por reputación: lo hacen por resiliencia, riesgo y oportunidad. Desde el colapso de los polinizadores hasta el agotamiento de recursos, los impactos sobre la biodiversidad son cada vez más visibles y las dependencias de las empresas sobre los ecosistemas más difíciles de ignorar. Este Insight presenta los principales conceptos, marcos metodológicos e instrumentos que están guiando esta transición hacia una contabilidad más viva de la naturaleza.
Biodiversidad y capital natural: una relación crítica
El capital natural se define como el conjunto de recursos naturales —renovables y no renovables— que combinados sostienen el funcionamiento de los ecosistemas y proporcionan bienes y servicios. Es decir: es el «stock» de la naturaleza que hace posible los flujos de beneficios que disfrutamos como sociedad.
Esta relación se traduce en tres niveles:
- Stock: el capital natural disponible (ej. bosques, suelos, especies…).
- Flujos: los servicios ecosistémicos generados (ej. polinización).
- Valor: los beneficios que empresas y sociedad obtienen (ej. producción de alimentos).
Dentro de ese capital natural, la biodiversidad representa su dimensión viva. Es la variedad de vida a nivel genético, de especies y de ecosistemas, y cumple un rol clave en la generación, calidad y estabilidad de los beneficios que la naturaleza ofrece. Estos beneficios se conocen como servicios ecosistémicos e incluyen desde la provisión de recursos como el agua o los alimentos, hasta funciones de regulación climática, control de plagas o el aporte de valores culturales como la belleza paisajística.
Cuanto más biodiverso es un sistema, mayor es su capacidad de brindar beneficios y adaptarse a los cambios. La pérdida de biodiversidad implica no solo impactos ecológicos, sino también una disminución en la capacidad de la naturaleza para sostener la economía y el bienestar humano.
De la teoría a la práctica: marcos de acción referentes
Sabiendo que integrar la biodiversidad en los análisis corporativos es clave, surge la siguiente pregunta: ¿cómo hacerlo de forma estructurada, útil para la toma de decisiones y alineada con las exigencias de reporte?
En los últimos años han surgido marcos de referencia que buscan precisamente eso: traducir los conceptos de capital natural y biodiversidad en metodologías prácticas y comparables. Estos marcos no son excluyentes entre sí, sino que en muchos casos se complementan, y ayudan a las organizaciones a orientar sus evaluaciones, establecer prioridades y responder a expectativas crecientes de transparencia y gestión.
TNFD y el enfoque LEAP
En el centro de los marcos, métodos y herramientas existentes se encuentra el enfoque LEAP del TNFD (Taskforce on Nature-related Financial Disclosures), que traduce los principios de estos en un único proceso enfocado explícitamente a la gestión de riesgos y la transparencia:
- Localizar: identificar ubicaciones relevantes donde la organización interactúa con la naturaleza.
- Evaluar: analizar las dependencias e impactos.
- Analizar: evaluar riesgos y oportunidades.
- Prepararse: preparar la divulgación y la acción estratégica.
El TNFD no sustituye los marcos existentes: los amplía y los traduce al lenguaje del riesgo financiero y del reporte corporativo, alineándose además con las normativas como los estándares ISSB o los marcos europeos de reporte de sostenibilidad.
Indicadores y métricas
La integración de la biodiversidad en la estrategia corporativa exige indicadores claros y operativos que permitan traducir las relaciones complejas con la biodiversidad en datos que permitan la toma de decisiones informadas. En este sentido, el TNFD destaca que el análisis debe partir del reconocimiento de las vías de impactos y dependencias que permitan identificar:
- Impulsores de impacto y factores externos (ej. uso de recursos hídricos, emisiones de gases de efecto invernadero).
- Cambios en el estado de la naturaleza (ej. reducción del flujo del agua incrementando la acumulación de sedimentos y aumento de épocas de sequía).
- Cambios en la disponibilidad de servicios ecosistémicos (ej. reducción del flujo y calidad del agua disminuyendo la provisión de agua limpia).
Los impulsores de impacto se categorizan en las cinco palancas del cambio en la naturaleza, adaptadas del Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (IPBES) para considerar tanto impactos negativos como positivos:
Posibles métricas que pueden emplearse para medir los impulsores de impacto:
Del mismo modo, también se proponen posibles métricas para describir el estado de la naturaleza:
Cada vez es más común encontrar estos indicadores agrupados en herramientas y enfoques integrales, como la huella de biodiversidad. Esta métrica permite estimar y comparar los impactos sobre la biodiversidad a lo largo de cadenas de suministro, productos o territorios, facilitando su integración en decisiones de compra, diseño o inversión.
Sin embargo, a diferencia del cambio climático, donde el CO₂e actúa como métrica única, la biodiversidad carece de un único indicador de referencia aceptado. Es por eso por lo que las recomendaciones avanzan hacia enfoques que combinen el uso de múltiples indicadores. Además, resulta clave acompañarse de herramientas espaciales que permitan geolocalizar la actividad y así tener en cuenta el contexto local introduciendo aspectos de sensibilidad específica de cada zona.
Normativas, objetivos y expectativas en movimiento
El interés creciente por integrar la biodiversidad como un factor más para comprender el desempeño ambiental de una actividad no es casual: responde a una nueva generación de marcos regulatorios, estándares y acuerdos internacionales que están elevando el nivel de exigencia. Por ejemplo:
- Compromisos globales: a nivel internacional, el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal establece que el sector privado debe evaluar y reducir sus impactos negativos sobre la biodiversidad, e incrementar sus contribuciones positivas antes de 2030.
- Regulación y reporte: normativas como la CSRD y los ESRS ya incorporan indicadores sobre biodiversidad y uso de ecosistemas dentro del marco de reporte obligatorio en la UE. Iniciativas como el ISSB también están incluyendo la naturaleza dentro del enfoque de materialidad financiera.
- Objetivos empresariales basados en la ciencia: el Science-Based Targets Network (SBTN) dispone de metodología propia para que las empresas establezcan objetivos cuantificables en relación con la naturaleza, empezando por el clima, el agua y los sistemas terrestres.
- Transparencia y riesgo: marcos como el TNFD buscan alinear el reporte de riesgos relacionados con la naturaleza con los estándares financieros globales, promoviendo una visión más integrada entre sostenibilidad, gobernanza y finanzas.
Este nuevo contexto marca un punto de inflexión: las empresas no solo deberán rendir cuentas de sus impactos, sino demostrar cómo contribuyen activamente a detener y revertir la pérdida de biodiversidad. Quienes empiecen a moverse ahora podrán anticipar riesgos, responder a expectativas cada vez más exigentes y construir estrategias mucho más resilientes.
En Baisma ayudamos a empresas y regiones a identificar y evaluar sus impactos/presiones y dependencias sobre los ecosistemas. Aplicamos indicadores y métricas alineadas con los principales marcos de referencia, permitiendo establecer estrategias con acciones medibles.
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